Unx de nosotrxs, MPL
En el mes de marzo
iniciaron funcionamiento de forma simultánea cinco jardines comunitarios.
Ubicados en cuatros comunas de la Región Metropolitana estos abren una
alternativa real y concreta de educación autogestionaria. Se dibuja desde allí
lentamente una opción pedagógica, administrativa y política ante el Estado y el
Mercado, centros educativos en manos del pueblo organizándose por conquistar su
dignidad.

En el verano por distintas
poblaciones de Santiago corría en silencio un sencillo volante invitando a
involucrarse en una asamblea para iniciar el trabajo de organización de un
espacio educativo en infancia. Es la iniciativa impulsada por el Movimiento de
Pobladores y Pobladores en Lucha (MPL) desde el año 2012 en Peñalolén y que hoy
en alianza con otras organizaciones y comunidades se expande a otros
territorios. Consiste en recuperar recursos de la línea comunitaria de la Junta
Nacional de Jardines Infantiles a través del programa Centros Educativos
Culturales de Infancia (CECI) que permite habilitar sedes sociales para
el funcionamiento de centros de infantes gratuitos para niños y niñas de 2 años
a 5 años 11 meses, con horario de funcionamiento entre 8:30 y 14.00 de la
tarde, cubriendo alimentación y materiales de trabajo.
El recorrido
Iniciando el primer punto en la zona
oriente en la comuna de Peñalolén al interior de la comunidad las Araucarias
(proyecto habitacional de 120 viviendas entregado por el MPL en julio de 2012)
está el Jardín Epuwen que ya cumple dos años de funcionamiento. Lautaro Guanca,
uno de los apoderados del jardin comparte “la
infancia se piensa como sin voz, lo que estamos haciendo es re significar
un concepto que reproduce la dominación por un sentido emancipatorio que
traduce el termino infancia en los y las que tienen Otra voz. Esta voz, no
habla de razones o lógicas occidentales, patriarcales ni coloniales, sino
encuentra en la población su inspiración original creadora. Este es el camino
que decidimos recorrer en Epuwen MPL. Andar la historia al paso mágico de los
niños y niñas de la población”
Bajando por Av. Grecia y girando al sur
llegamos a Barrio Franklin, por la calle Placer, donde se ubica el Jardín 4 de Mayo
(fecha de ocupación del primer inmueble recuperado por autogestión del
movimiento en el año 2011). Conversando con Claudia Pacheco, quien fuera
de las primeras ocupantes y hoy educadora del jardín comenta “en nuestra asamblea de vivienda levantamos un
jardin comunitario por que no solo queremos viviendas dignas también apuntamos
a la salud, el trabajo y educación. Para nosotras las pobladoras la educación
es nuestra mejor arma para poder enfrentar a un país desigual y queremos
empezar por los más pequeños, formándolos y haciendo de ellos seres
libres pensantes y críticos lo que hoy no ocurre en la educacion tradicional”.
Viviana Bernales, educadora del movimiento señala, “la apuesta del jardin es la construcción de un proyecto
político-pedagógico entre todos y todas quienes somos parte de la comunidad
educativa. Lo hacemos desde las relaciones, abandonando el adultocentrismo y
las jerarquías, desde la teoría, considerando propuestas educativas
alternativas a la educación formal, y las prácticas, utilizando herramientas
como la autogestión, la ayuda mutua y la construcción comunitaria. Cada jardin
es parte de una red de trabajo sustentada en una organización mayor, el MPL, lo
que permite no sólo pertenecer a un jardín, sino también a una gran comunidad de
pobladoras, de espacios de salud y vivienda autogestionadas”.
Siguiendo por Santa Rosa hacia el sur
llegamos a La Pintana al Jardín Jugando Aprendo en la población Pablo de Rhoka.
Dentro de la sede social nos encontramos Sandra Cona, vecina y educadora del
espacio quien dice “esto ha sido una
experiencia enriquecedora. El comienzo fue difícil, pintar, clavar, organizar
la obra. Pero se logró y ahora está funcionando gracias a la colaboración de
todas y todos, los pequeños hoy ya pueden asistir a nuestro jardín y la
satisfacción es indescriptible”. Pablo Molina, uno de los responsables de
la Escuelita Jugando-Aprendo del MPL, experiencia de donde nace el jardín,
argumenta “estamos en esta porque vemos
como la desigualdad se ve reflejada en la educación, desde el jardin a la
universidad donde el que paga tiene opciones desde chico a incentivos
artísticos y no solo a aprender las vocales así a secas, es por eso que
intentamos que el aprendizaje salga desde las comunidades por medio del arte y
que sea coherente con un proyecto de cambio social y a la vez una herramienta
para el cotidiano y el futuro”
Yendo más al sur y virando a
la costa vamos a San Bernardo. En su entrada está el Jardín Inti Wasi (nombre
por confirmar) levantado por el movimiento junto a trabajadoras de la educación
y el Centro de Estudios Andinos Pucará. Una de sus educadoras Noemi Huenchuman
reflexiona acerca de sus impactos. “Las
potencialidades son muchas, en especial cuando el trabajo de verdad es comunitario,
nosotras tratamos no hacerle la pega al Estado, no trabajar con los niños como
el gobierno quiere, sino hacerlo bien, de calidad, en el sentido de lo que le
importe a la gente, lo que necesitan, que no sea descontextualizada. Que la
comunidad se haga consciente de esto, que es de ellos. Y ahí yo también estoy
autoeducándome, son los padres los educadores, nosotras más bien los
acompañamos.”
Siguiendo hacia el
sector de Nos llegamos a la población Los Areneros. En una sede que estuvo
abandonada durante años se levantó entre el Centro de Operaciones Poblacionales
Los Areneros y el movimiento el Jardín El Fondo del Río. Opina Gonzalo Vargas,
único educador hombre de la red, “los
grupos económicos, la iglesia y el estado han hecho de la educación su
herramienta, domesticando a nuestros hijos e hijas desde la primera infancia,
mal enseñándolos a obedecer a quienes nos oprimen. Hoy poseemos las condiciones
de administrar y controlar la educación en el territorio. Hacernos cargo de
nuestra memoria histórica, revalidando la sabiduría popular de nuestras
comunidades, la historia de lucha y resistencia de nuestros abuelas, abuelos,
padres y madres”. En este proceso se ha involucrado el barrio, como
también educadores populares y militantes del mundo popular. Para Hansel
Cáceres uno de los referentes del territorio “el jardin es una herramienta de cambio y de autonomías, para generar
lazos y fortalecer las redes dentro de la población” y para José Muñoz con
los jardines autogestionados “la
comunidad recupera su amor propio al saber que puede recuperar los recursos que
le roba el estado (sin tener que irnos presos), además se hace cargo de su
problema directamente sin buscar la solución en los "profesionales”, sino
en ellos mismos”.
Un modelo que se prefigura
Los jardines junto
a otros espacios educativos autogestionados que se han creados en los últimos
años, enseñan una transición similar al del movimiento obrero, del paro y la
toma, a la autogestión educativa.
Como señala Henry Renna, uno de los
articuladores de esta iniciativa, “los
jardines comunitarios y autogestionados van más allá de la reivindicación del
acceso y se perfilan hacia proyectos de mayor alcance: la construcción de un
área que no está en manos de la Iglesia, el Mercado o el Estado docente, sino
su centralidad es la comunidad educativa como fuerza socio-pedagógica
transformadora. Vienen a constituir el campo de aquellas actividades que
desarrolla la clase trabajadora organizada de modo autónomo en sus territorios
para dar respuesta a sus necesidades más urgentes y negadas por las clases
dominantes. Una serie de acciones educativas cuyos resultados son indivisibles
de sus originadores-productores; la totalidad, idealmente, de los ámbitos de la
organización del espacio educativo son controlados directamente por quienes le
dan vida, la comunidad y el movimiento social”.
Sería como analiza
Baronet en su tesis sobre la otra educación zapatista “una apropiación social del espacio y del tiempo escolar, así como del
papel político y cultural del docente” y la recuperación del “poder de creación, ejecución y evaluación,
no solamente de los planes y programas, sino de la gestión de la organización
escolar en su conjunto.
Estas prácticas en
desarrollo representan una superación de la dicotomía público-privada, van más
allá del binomio Estado-mercado, y abren paso a un nuevo lugar de producción
educativo, que no es estatal ni mercantil, sino social. Un nuevo campo de
organización de la sociedad cuyas mediaciones son dadas por los propios
espacios de sociabilidad popular y no por el mal gobierno. Las reglas, las
formas, los contenidos, las relaciones, en definitiva la cotidianidad
pedagógica, son definidos de forma soberana por la población organizada, y no
por un tercero externo a ellos. Viene a ser una reapropiación del rol de la
comunidad en la definición de lo que necesita y quiere aprender para caminar
hacia un estadio de dignidad colectiva.
Publicado en: Le Mond
Diplomatique, Abril, 2015